Después de más de una semana sin escribir por unos problemillas con la justicia, aquí regreso de nuevo, recién salido del talego, con más ganas que nunca.
Hoy os voy a hablar de aquel set de figurillas que venían acompañadas de algunos accesorios que tenías que montar tú mismo. Figurillas que había borrado totalmente de mi mente, valga la redundancia, hasta que un colega de celda llamado el tranca me refrescó la memoria. Os hablo de los increíbles sobres sorpresa de Montaman
A los que no os suene ese nombre os digo 2 cosas: Una es que no habéis tenido infancia y dos, que eran una sub-colección de figurillas articuladas de Montaplex, sistema mucho más amplio y que fabricaba hasta cocinitas para niñas. ¿Sigue sin sonaros? Montaplex también era la responsable de la fabricación de los indios esos de plástico con peana de toda la vida.
Seamos claros desde el principio. Los Montaman eran un truño de los gordos, pero por lo que valían qué esperabas ¿Un Madelman?
Venían en un sobre de papel ilustrado con dibujos aberrantes y se podían comprar en ese quiosco que había en cualquier barrio, regentado por una vieja loca con un rojete-verruga del tamaño de un puño. A la vez que te comprabas un polo flash y por sólo 10 pesetas más, podías adquirir uno de estos ridículos sobres.
Si el sobre era ya de por sí grotesco, lo que había dentro no era mucho mejor. Un muñeco articulado de plástico probablemente cancerígeno, con la cabeza rosa, el cuerpo de color sorpresa y con la cara menos expresiva que la del mismísimo Chuck Norris.
Además se acompañaba de una especie de set de accesorios pegados entre sí, y que tenías que separar y montar tú mismo. El muñeco era siempre el mismo, lo único que variaba de un sobre a otro eran los dibujos y los accesorios. Por ejemplo, un casco y una manquera para el Montaman bombero, armas para el Montaman soldado, una gorra para el Montaman gorrilla…
Con los Montaman, la diversión desaparecía justo en el instante en el que terminabas de montarlo y apreciabas la fealdad en todo su esplendor. Daba miedo. En mi caso, normalmente cuando terminaba de montarlos, los calentaba con un mechero hasta derretirlos, formando un mancha multicolor putrefacta, creando así un nuevo Montaman mutante y haciendo de paso un favor al universo.
Para que veáis con lo que nos obligaban a divertirnos cuando no había internet, pleiesteichons y encima sólo teníamos un canal de televisión.
Más fotos pinchando en leer el resto de la entrada.